Después de mucho pensar, he decidido inaugurar esta sección de libros con la saga Dos amigas, de la autora italiana Elena Ferrante, cuatro novelas ambientadas en el Nápoles de mediados del siglo XX que me han fascinado de la primera a la última página.
Elena Ferrante es un pseudónimo y, hasta hace bien poco, la identidad de la autora era el secreto editorial mejor guardado. Y eso pese a que, en los últimos años, su fama y prestigio se han multiplicado hasta el punto de que se la ha llegado a comparar con Elsa Morante, la afamada escritora italiana de la segunda mitad del siglo XX. Desde la publicación de la saga Dos amigas, Ferrante se ha convertido en un fenómeno literario, y su persona despierta gran interés; sin embargo, ella sigue negándose a conceder entrevistas –ni en persona ni por teléfono–, y nunca ha promocionado sus libros ni ofrecido lecturas. Este afán por mantener su anonimato disparó las especulaciones y hasta hubo quien dijo que podía tratarse de un hombre. Hoy sabemos que no es así, y aunque no vamos a revelar su nombre por respeto a la autora, sí diremos que se trata de una mujer de mediana edad, algo que en cierto modo era previsible por la profundidad y agudeza con las que trata temas como la amistad femenina, la relación con los hijos, la vida en pareja o la dificultad de conciliar una vocación literaria con la maternidad. En cualquier caso, aunque no sepamos nada de la vida de Ferrante, sabemos lo que significa para ella la escritura. Dice la autora:
«Concibo la escritura como un arte que precisa de una práctica continua. Ejercitarme para mejorar es algo que no me angustia. Sin embargo, sigue angustiándome publicar».
Las novelas de Dos amigas nos conducen a través de la vida de una mujer –Elena Greco, o Lena–, que cuenta su historia desde la infancia hasta casi la vejez.
La protagonista ha nacido en un barrio humilde de Nápoles. Un barrio marcado por la violencia y la falta de oportunidades que provoca sentimientos encontrados en sus habitantes. Por un lado, se sienten parte de una gran familia y están orgullosos de pertenecer al barrio. Por otro, cuando se relacionan con gente de barrios más prósperos con los que no comparten ni siquiera el idioma –en el barrio se expresan en dialecto–, aflora en ellos un irritante complejo de inferioridad que los cohibe y los mantiene aislados del exterior. El barrio es un lugar cerrado y, aun así, la mayoría está cómoda en ese aislamiento; solo unos pocos –como la protagonista o Nino Sarratore, otro personaje importante de la historia– no se acostumbran. Para ellos, el barrio es un lugar asfixiante que condiciona su vida y la limita. Según esto, se podría pensar que estamos ante unas novelas sociales, pero no es así, o no solo: los personajes son tan ricos y están tan bien perfilados que superan el realismo social.
Uno de los grandes hallazgos del libro es Lila, la mejor amiga de la protagonista. A los ojos de Elena, Lila posee una inteligencia, intuición y atractivo capaces de hacerla triunfar en todo lo que se proponga. Su amiga es una especie de maga capaz de transformar la realidad sórdida que las rodea en algo hermoso. Esta capacidad deslumbra a Elena y la empuja a querer imitarla (y también un poco a desear deslumbrarla). Por ella estudia, se esfuerza y lucha por salir del barrio. Sin embargo, Lila jamás le reconoce sus logros. Esa indiferencia, unida a la frustración de creer que Lila sería capaz de hacerlo todo mejor que ella, mantiene a Elena alejada por un tiempo… Pero solo un tiempo.
Uno de los grandes hallazgos del libro es Lila, la mejor amiga de la protagonista. A los ojos de Elena, Lila posee una inteligencia, intuición y atractivo capaces de hacerla triunfar en todo lo que se proponga. Su amiga es una especie de maga capaz de transformar la realidad sórdida que las rodea en algo hermoso. Esta capacidad deslumbra a Elena y la empuja a querer imitarla (y también un poco a desear deslumbrarla). Por ella estudia, se esfuerza y lucha por salir del barrio. Sin embargo, Lila jamás le reconoce sus logros. Esa indiferencia, unida a la frustración de creer que Lila sería capaz de hacerlo todo mejor que ella, mantiene a Elena alejada por un tiempo… Pero solo un tiempo.
Junto a Lila hay otros muchos personajes, como la madre de Elena, con quien mantiene una relación fría y distante, pues su madre representa el conformismo del barrio del que ella quiere huir a toda costa. Sin embargo, esta relación cambia con los años, y símbolo de esta evolución es la cojera.
También están los Solara, unos hermanos con un oscuro poder sobre la gente del barrio y que representan la camorra napolitana, y Stefano Carraci, que es el pequeño comerciante que asciende en la escala social gracias al dinero. Son muchas las familias que Elena retrata, y cada una de ellas ocupa un lugar significativo en su universo.
En cuanto a los temas que se plantean, son tan variados como los personajes. Se habla sobre las luchas sociales, las condiciones infrahumanas de una fábrica de la época, el significado del comunismo, el socialismo, los privilegios de la clase alta, la vocación literaria, la maternidad, las relaciones amorosas, la violencia y, como contrapunto a las pasiones más bajas del ser humano, la cultura. Elena se aferra a la cultura como a una tabla de salvación. Gracias a ella, sale del barrio, viaja, conoce otras costumbres y otra gente; su horizonte se amplía. Sin embargo, según va envejeciendo, la protagonista se da cuenta de que ni siquiera la cultura es capaz de dar respuesta a todos sus interrogantes y anhelos (como tampoco Lila fue capaz de hacerlo en su juventud); quizá porque en la vida todo es cambio y las certezas no existen.
«La fuerza de los relatos no está en mimar de modo verosímil a personas y hechos, sino en captar la confusión de las existencias, cómo se hacen y deshacen las creencias, cómo colisionan esquirlas de procedencia diversa en el mundo y en nuestras cabezas». Elena Ferrante
«La fuerza de los relatos no está en mimar de modo verosímil a personas y hechos, sino en captar la confusión de las existencias, cómo se hacen y deshacen las creencias, cómo colisionan esquirlas de procedencia diversa en el mundo y en nuestras cabezas». Elena Ferrante